—¡Waah! ¡Pervertido! —Ainsley arrugó su falda y lanzó una mirada fulminante a Finley, quien justo se acercaba a ella pero se quedó congelado en el sitio por su grito.
La cara tranquila del chico cambió rápidamente. Se le formó un sudor frío y su cara se tornó roja.
—¿Pervertido? ¿Yo? Ain, ¡ah! ¡No bromees! ¡Yo no hice nada! —Finley estaba ansioso. Se acercó rápidamente a Ainsley para asegurarse de que ella solo estaba bromeando.
Él acababa de llegar aquí usando el poder del viento y no había visto ni hecho nada cuando Ainsley de repente lo acusó de pervertido. ¿Cómo podría casarse en el futuro entonces?
—¡No! T-tú... tú viste... mis... mis braguitas... —Ainsley entró en pánico. Retrocedió y esquivó a Finley. Su cara ya estaba tan roja que se la podía confundir con un tomate.
Al ver que la pequeña estaba tan avergonzada que podría morir, solo entonces Finley entendió el malentendido. Se detuvo en sus pasos y reflexionó sobre las palabras de Ainsley.