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—Pequeña niña. Despierta. —Esa única frase cayó en los oídos de Ainsley como un guijarro lanzado al lago, creando ondas en la superficie.
—...Tío Padrino...? —La bebé lentamente abrió los ojos, pero su entorno estaba oscuro. Su conciencia parecía ser arrastrada a otro lugar.
—Como lass. —La voz del Padrino resonó una vez más, y su figura apareció lentamente en la oscuridad.
Su cabello verde oscuro ondeaba en el aire. Sus ojos dorados brillaban, como el sol en el cielo.
Su ropa negra y blanca resplandecía en la oscuridad, formando un símbolo de yin y yang.
Su cuerpo habitualmente transparente curiosamente parecía sólido en ese momento, aparentemente real en comparación con su apariencia habitual.
Al ver la familiar versión joven del Padrino frente a ella, Ainsley suspiró aliviada secretamente.
La oscuridad desconocida sin fin la aterrorizó por un momento, ya que ni siquiera Zev estaba allí con ella, aunque él es su sistema unido con su alma.