—No importa qué, al ver la genuina preocupación en sus ojos, el corazón de Ainsley se ablandó. No podía simplemente odiar a alguien que realmente se preocupaba por ella, incluso cuando se acababan de conocer por primera vez.
El pensamiento de engañar y hacer que estas personas temblaran de miedo se desvaneció un poco.
La niña, sin saberlo, tiró de la esquina de sus labios, formando una adorable sonrisa. Esa sonrisa capturó al instante el corazón de la multitud, especialmente de los que estaban en primera fila.
—Bwut, tío... —Ainsley estaba a punto de persuadir al invitado de manera gentil cuando uno de los bastardos miembros abrió la boca.
—¡Sí, señorita, confíe en nosotros! Puede confiar el guardián sagrado a nuestra Familia Dober.
El que dijo eso no fue otro que el p*to Dober.
La sonrisa de Ainsley se congeló al instante. Los ojos del bebé relucieron.