Ricardo siguió al Príncipe Wilder cuando este regresó al palacio unos meses más tarde.
Lo primero que hizo Wilder al llegar fue ir a buscar al rey donde estaba mirando hacia el lago y agarrarlo del cuello hasta que la espalda de Eli se encontró contra la pared del podio detrás de ellos.
Wilder apretó con saña, e incluso Ricardo estaba demasiado conmocionado y asustado para saber qué se suponía que debía hacer. Al ver que no había guardias cerca, no sabía si era algo bueno o malo.
—¡Debes haber perdido completamente la mente! —Eli habló con voz tensa, pero sin hacer esfuerzo alguno por zafarse de Wilder.
—Realmente lo escuchaste y tomaste a nuestro propio pueblo como esclavos —dijo Wilder con incredulidad.
—Mi... Príncipe... —Ricardo llamó con miedo cuando los dos seguían mirándose acaloradamente, y Wilder no le dejaba en paz. Si otras personas veían esto, etiquetarían a Wilder como alguien que comete traición e intenta deshacerse del Rey.