—¿Princesa? ¿La familia Clayton le debe algo a la Dama? ¿A qué se refiere la vizcondesa con eso? Estamos en el palacio imperial. La única persona que debería ser llamada princesa es nuestra princesa imperial, vizcondesa —Por un momento, Beatriz se olvidó de sí misma y se apresuró a hablar con la señora Clayton. Los nobles espectadores que veían el drama entretenido fruncieron el ceño ante su acto descortés.
Beatriz, que siempre estaba atenta a sus modales, no notó el cambio de miradas que recibía. La marquesa Chauvez fue quien las notó e intentó señalárselas a su hija, pero esta por desgracia no se percató de las señales.
—Ay querida —La señora Clayton se rió suavemente con los dedos en los labios. Sus ojos parecían burlarse de Beatriz. —Siempre eres rápida para sacar conclusiones, Beatriz. Eso fue lo que hiciste con mi princesa. El dolor que sufrió por culpa de la marquesa, fue lo que tú llamaste un malentendido.