Al ver la fascinación en los ojos de Julián, Isla sonrió y su corazón se tranquilizó al ver que el niño de cinco años recibía muy bien a Damien. Los niños pueden sentirse inseguros cuando nadie les presta atención y eso era lo que temía por Julián. Él podía odiar a Damien por quitarle la atención de su abuela y ese odio podría crecer hacia algo más en el futuro, lo cual no quiere para ninguno de los dos niños.
Además, Julián le recordaba a Damien en su segunda vida. Debido a que el protagonista masculino, Damián, le quitó todo, el odio acumulado desde la infancia lo destruyó, a pesar de que no era su culpa haberse convertido en eso.
—¿Isla? —La voz preocupada de Kaiser la trajo de vuelta a la realidad, y ella lo miró, sentado frente a ella—. ¿Estás bien?
—Um. —Isla asintió con una sonrisa—. ¿Por qué estaba pensando negativamente de nuevo? Esta no era su vida pasada, y Julián no era Damien. Él estaba bendecido con una familia maravillosa, así que no había nada de qué preocuparse.