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Aunque Román llegó tarde a su sesión de estudio, estaba al punto cuando se trataba de enseñarle, y no había nada de lo que ella pudiera quejarse. Después de todo, él estaba tomando su tiempo para mejorar sus calificaciones en la materia de Rubix. Notando que Román había dejado de enseñar, los ojos de Julieta se levantaron y vieron que él ya la estaba mirando.
En el lado tranquilo de la biblioteca y detrás del estante, eran solo ellos dos.
Dándose cuenta de lo cerca que estaba su guapo rostro del de ella, Julieta se deslizó lentamente hacia atrás en su silla y se aclaró la garganta.
—Iré a buscar el libro de referencia —informó Julieta. Levantándose de su silla, se alejó de allí.