Su rostro se enrojeció al mirar su reflejo, sintiéndose avergonzada de estar completamente expuesta no solo a sí misma, sino también a su esposo. Nunca se había atrevido a mirar los cambios en su cuerpo, desnudo y expuesto frente a un espejo. Solo ahora podía ver cuánto había cambiado en las últimas veinte semanas.
Solo hizo que se sintiera más consciente de sí misma, al ver la línea oscura que dividía su estómago, su ombligo protuberante y las venas destacándose contra su piel pálida.
—Pareces no creerme cuando digo que todavía eres hermosa —dijo Lu Qingfeng junto a su oído. Su proximidad le permitió sentir su calor y presencia que de alguna manera calmaron sus nervios y la hicieron consciente de él.
—Bueno, ¿cómo puedo? Ahora parezco una ballena —respondió ella, un poco demasiado a la defensiva para su gusto. Su Xiaofei no quería sonar grosera e insensible con su esposo.