—Esperar a que Su Xiaofei despertara estaba poniendo a prueba la paciencia de Lu Qingfeng enormemente —dijo él—. Él la había esperado durante toda su vida, pero esta vez era diferente. Tenía el presentimiento de que su esposa podría estar experimentando algo fuera de este mundo otra vez. Han Zijun afirmó que habían podido neutralizar el veneno en su cuerpo y era seguro despertarla de su coma inducido médicamente, pero ella no despertaba.
—Feifei, ¿necesitas más tiempo todavía? ¿No tienes curiosidad por ver cómo son las niñas? Son hermosas —dijo él, compungido—. Tan hermosas que no podía evitar sentirse culpable cada vez que pensaba que alguna vez quiso matarlas para salvar su vida.
Lu Qingfeng tragó duro y miró al vacío mientras sostenía la mano derecha de su esposa. Las lágrimas le brillaron en los ojos, probablemente al recuerdo del pasado. Si la pierde de nuevo por tercera vez, no sabría cómo vivir esa pesadilla otra vez.