Mientras tanto, los días de Xi Qian habían sido largos y sin novedades. Pasaba la mayor parte de su tiempo asegurándose de que su paciente siguiera las órdenes del médico y tomara sus medicamentos a tiempo, mientras trabajaba duro para repasar todo lo que necesitaba cubrir para sus estudios.
Cuando regresó a la Hacienda Li esa noche, no esperaba ver a Li Xingtian en el porche, reflexionando sobre algo. Se detuvo y se volvió para mirarla cuando oyó sus pasos. Le hizo un gesto de asentimiento y le indicó a Xi Qian que se le uniera.
—Debe ser agradable salir y divertirse de vez en cuando —comentó, sirviéndole una taza del té que estaba preparando antes de que Xi Qian llegara.
—Tú no has salido en un rato. También deberías tomar un descanso —Xi Qian respondió, tras darle las gracias rápidamente.