—Había pasado una semana y Yan Xiuchen todavía no le había dado una respuesta a Xiao Rufeng. Ella suponía que él no aceptaría su solicitud de acompañarla a la celebración de cumpleaños de su padre y la fiesta de compromiso de Xiao Yunyao.
—Es demasiado pronto para presentarlo de todos modos —se reprendió a sí misma por no haber considerado su opinión antes de invitarlo.
—A veces me siento como una idiota —murmuró mientras pasaba sus dedos por su espesa y oscura melena. Al menos aquí, en el café de Shen Jiao, podía ser ella misma, sin preocuparse por lo que los demás pudieran pensar. Shen Jiao se había asegurado de mantener su encuentro en privado, para protegerla a ella y a Su Xiaofei de cualquier rumor innecesario.
—Era fin de semana y decidió ponerse al día con sus amigos, pero no esperaba que ya hubieran recibido la noticia de Su Xiaofei.