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A diferencia del parque de atracciones, era la primera vez que Su Xiaofei y Lu Qingfeng iban a una sala de juegos. Sabían que este lugar era frecuentado por otros estudiantes como ellos, pero ninguno de los dos había esperado que estuviera tan concurrido y animado como este.
Los dos compartieron una mirada cómplice, pero Su Xiaofei solo pudo encogerse de hombros mientras observaban cómo los ojos de Qiao Yuhan brillaban de alegría. Estaba claramente feliz de haber sido llevado a este lugar.
—¿Has estado alguna vez en uno, Xiao Han? —le preguntó ella al niño.
—¡En! —El pequeño asintió con la cabeza y le sonrió ampliamente a Su Xiaofei—. Papá me llevó una vez a una sala de juegos en Shenjing. De hecho, era un edificio enorme de cinco plantas. Un día no fue suficiente para jugar a todos los juegos que había allí.
