—Dilo. Di que eres mía —El hombre volvió a instruir, apretando los dientes, jadeando pesadamente con su aliento caliente tocando sus orejas mientras su cuerpo caliente y sudoroso se movía bruscamente contra el de ella.
La manera en que lo dijo, no le tomó tiempo entenderlo y para no molestarlo; lo dijo mientras seguía con sus acciones forzadas allá abajo.
—Yo-yo soy tuya.
—¡Dilo fuerte!
—Soy tuya —La chica lo dijo en voz un poco alta tanto como pudo. Ya era difícil para ella decir una sola palabra ya que estaba presionada bajo su cuerpo pesado y fuerte, sin olvidar los empujones bruscos que estaba recibiendo abajo, lo que dificultaba decirlo claramente y sin romper las palabras.
Al decir la chica lo que Xi Cheng quería que dijera, con unos pocos empujones más fuertes, él se derrumbó sobre su cuerpo y las palabras salieron de su garganta mientras respiraba pesadamente, su cara rozando la nuca de la chica.
—Eres mía, Nicky. Solo mía.