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—¿Dónde estabas, Lu Lijun? —preguntó Lu Lian mientras lloraba.
Lu Lian ya estaba en el duelo por la muerte de su hermano mayor, y ahora la acción de Lu Lijun no le dejaba más que llorar aún más.
Aunque estaba llorando y preocupada por él, no había rastros de reconocimiento de nada en el rostro de Lu Lijun, como si hubiera perdido todos sus sentidos y no estuviera afectado por nada de lo que sucedía a su alrededor.
Esto sorprendió a Lu Feng y miró a An Tian, quien parecía preocupado. —Lu Lian, déjalo descansar —instruyó An Tian y ella, de mala gana, lo soltó.
—Tú también descansa, Lu Lian —dijo Lu Feng. Al decir esto, Lu Lian pensó que su presencia no era necesaria allí y se dio la vuelta para irse.
La intención de Lu Feng era cuidarla ya que parecía exhausta y no hacerla salir de la habitación. Él quería que ella descansara.
—¡Lu Lian! —la llamó Lu Feng.
Secándose los ojos llorosos, ella se giró. —¿Sí, hermano? —Su voz pesada y la nariz congestionada.