Lejos en otra ciudad, un hombre vestido con ropa de estar por casa, una camiseta blanca y un pijama blanco, estaba sentado en su despacho en la silla detrás de su elegante mesa de estudio, con sus ojos azul profundo del mar pasando por la información que parpadeaba en la pantalla de su tableta haciéndole sentirse conmocionado.
Un hombre con un traje negro estaba de pie frente a él al otro lado de la mesa de estudio, esperando a que el hombre sentado terminara de repasar la información.
—¿Estás seguro de eso, Martín? —el hombre preguntó, aún revisando la información.
—Me enteré de ello mientras trabajaba en lo que me habías dicho que hiciera. Como conoces al presidente Lu Qiang, pensé en informarte —respondió el hombre llamado Martín.
—¡Hmm! Hiciste bien. Puedes irte ahora —instruyó el hombre en la silla y el hombre de pie se dirigió a la puerta del despacho pero antes de que pudiera abrir la puerta, alguien irrumpió en la habitación y sobresaltó al hombre.