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En un minuto, un hombre alto, que parecía estar en sus cincuenta y pocos años, salió de una habitación. Un hombre occidental, con ojos azules y una mirada penetrante, su nariz larga y puntiaguda acentuaba sus rasgos afilados y su cara cuadrada y alargada. Su cabello gris brillante peinado en un estilo perfecto. Tenía una constitución fuerte que podría hacerle parecer más joven de lo que era y llevaba un aura fuerte y poderosa a su alrededor que hacía saber que no era una persona ordinaria.
El hombre se sentó en la silla detrás de la cual estaba de pie su asistente, cruzó una pierna sobre la otra, con sus zapatos bien pulidos apuntando hacia adelante, sus manos descansando a cada lado en los reposabrazos de la silla.
—Me alegra verlo aquí, señor Xi Cheng —dijo un hombre con su voz pesada y fría que tenía un acento occidental.
—Me alegra verlo a usted también, señor Victor Magnus —dijo Xi Cheng para saludarlo.
—Llámame simplemente Victor —indicó el hombre y Xi Cheng asintió.