Tan pronto como Gedeón la dejó en la Enfermería de Cordon, Aurelia inmediatamente entró en la morgue ubicada en el calabozo, donde habían trasladado el cuerpo del difunto Gran Justiciero.
Tratando de lucir lo más profesional posible, Aurelia mantuvo su compostura bajo control. Según Gedeón, este era un caso muy importante, así que debía examinarlo con la máxima precisión, sin dejar margen para ningún error.
En cuanto estuvo dentro, procedió con su trabajo habitual, los tres médicos que trabajaban bajo su dirección ya habían hecho los arreglos necesarios mientras la esperaban. Se aseguraron de que los guardias de la prisión asignados para vigilar la celda del muerto estuvieran presentes para que ella comenzara a interrogar.
—Los informes iniciales de los guardias decían que fue un suicidio —informó Nelly.