—Lucy es una niña obediente. Si no lo fuera, mi esposa ya me ha dicho lo que funciona —ofreció el Rey Lorenzo una sonrisa a la institutriz y agitó la mano para que todos comenzaran a comer.
Con el Rey en el comedor, todos se comportaban como si se llevaran bien entre sí, cuando en realidad, todos tenían problemas con al menos más de una persona. Lucy, que estaba cenando, apenas había tocado su comida, y estaba distraídamente girando la sopa con su cuchara hasta que decidió preguntar,
—¿Padre? —Lucy llamó al Rey para captar su atención—. Me preguntaba si podría quedarme con mis criadas, las antiguas, ya que estoy más acostumbrada a ellas que a las nuevas.
El Rey Lorenzo no respondió de inmediato ya que estaba masticando su comida, pero luego dijo,
—Tu madre me informó que has estado pasando más tiempo chismeando con ellas. Tema que termines como ellas.
Al oír esto, Lucy frunció el ceño, y no entendió qué había de malo en volverse como Ruby y Amice.
—No hay nada malo con ellas.