Rosalind despertó, sintiéndose como si acabara de salir de un sueño muy, muy largo. Estiró su cuerpo y se asombró de lo ligera y renovada que se sentía.
La habitación en la que estaba se iluminaba suavemente por la gentil luz del sol matutino, emitiendo un resplandor cálido y acogedor. Rosalind parpadeó mientras miraba a su alrededor, tomando nota de su entorno. Todo le parecía familiar, pero a la vez distante, como si hubiera olvidado algo importante.
A medida que observaba los objetos conocidos de la habitación, un sentido de reconocimiento la inundó. Una sensación de nostalgia tiraba de su corazón y no podía evitar sentir que había dejado algo atrás.
Entonces todo regresó de golpe, como una repentina ráfaga de claridad.
Recordó lo que había pasado. Su pelea con Dorothy, las lesiones, la barrera, y su última acción fueron causadas por su desesperación. El recuerdo la golpeó como un rayo.
Y entonces la golpeó una fría realización: ¡había muerto!