Rosalind no entendía la mayoría de las palabras de Dorothy.
—Te proporcioné una segunda oportunidad de vida —afirmó Dorothy, su tono permanecía frío—. Ese cuerpo... me pertenece.
Rosalind tragó y examinó su propio cuerpo. Sabía que había sufrido lesiones luchando contra ese demonio. Estaba sanando su cuerpo, pero sabía que no sería lo suficientemente rápido. Eso significaba que luchar contra Dorothy la pondría en desventaja.
—Has perdido la razón —declaró Rosalind.
Dorothy rió entre dientes, y luego su cuerpo se desdibujó. Rosalind apretó su daga rápidamente, preparándose para un enfrentamiento justo a tiempo para que Dorothy reapareciera a unos metros de distancia.
Al ver su sorpresa, la risa de Dorothy resonó a través de la inmensa vacuidad mientras extendía su mano, invocando un torbellino de vientos giratorios que se dirigían hacia Rosalind.