Rosalind sintió como si algo la hubiera sacado abruptamente del limbo. Era como si hubiera sido succionada de ese oscuro limbo, y lo siguiente que supo, ya estaba dentro de otro cuarto.
Abrió sus ojos y entrecerró ante las luces que se filtraban por las persianas. El aroma del té se dirigía hacia ella. Inmediatamente giró hacia el lado y encontró a Lucas mirándola.
—¿Lucas? —llamó, preguntándose si esto era de alguna manera un sueño o incluso una alucinación.
—Has dormido por demasiado tiempo... —Lucas se levantó y caminó hacia la gran cama con dosel donde ella yacía. Viendo esto, intentó sentarse, solo para sentir una repentina punzada de dolor en todo su cuerpo. Hizo una mueca.
—Despacio... —Lucas se sentó junto a ella y la ayudó a incorporarse, añadiendo algunas almohadas detrás de ella y usando estas para soportar su espalda. —Desaparecerá pronto. —Su tono era suave, como si temiera que ella de alguna manera se rompería si él alzaba la voz.