Rosalind entró en la lujosa habitación reservada para ella por la Familia Blaize, con el corazón rebosante de júbilo.
No podía creer su suerte: había logrado captar la atención del patriarca, y él había escuchado atentamente cada palabra que pronunció.
Era un acontecimiento importante, una noticia que la llenaba de emoción y expectación.
Sin embargo, un persistente sentimiento de sospecha tiraba de su mente mientras reflexionaba sobre lo fluida que había sido su interacción.
¿Por qué el anciano había accedido tan fácilmente a su propuesta de colaborar con Wugari?
Y no solo eso, ¡se había comprometido a acelerar el inicio del proyecto!
¡Quería que comenzara dentro de la semana!
Rosalind no podía evitar cuestionar los motivos detrás de su rápido e inquebrantable apoyo.
Parecía casi demasiado bueno para ser verdad, lo que la llevaba a dudar de la autenticidad de la situación.
Lamentablemente, el tiempo no estaba del lado de Rosalind.