—Ni siquiera las personas que recibieron la Bendición de la Diosa podrían sanar algo así —dijo uno de los soldados—. ¿Por qué permitirías que ella se acercara al joven capitán?
—¿No es obvio? ¡Fue el joven capitán quien accedió a su petición!
—¡Aigo! ¿Incluso en esta situación, el joven capitán sigue pensando en acostarse con una mujer?
—¿Cómo no? ¿Viste su cara cuando se desmayó? ¡Era una belleza!
—Una belleza absoluta.
—¡Nunca he visto a alguien tan hermosa!
—Oye, su cabello también es diferente.
—Escuché que fue a causa de la tristeza.
—¿Eh?
—Su cabello se volvió blanco por la muerte de sus padres. La pena podría cambiarlo todo.
—Shhh… ella está a punto de empezar. Solo deberíamos mirar.