Anaya se recostó y escuchó lo que Noah le reveló, e intentó prestar atención a cada palabra que salió de sus labios. Había sucedido tanto, y no podía creer que los Sullivan hubieran hecho pasar a Noah por todo eso. Ir tan lejos como para matarlo era el colmo de las cosas que no volverían a ser nunca iguales.
Ella no entendía por lo que Noah podría haber pasado, y quería consolarlo. Pero al mismo tiempo, no sabía si eso era lo que él quería. Ella dijo:
—Perdóname, pero lamento que tu familia haya sido la peor gente que he conocido. Cuanto más escucho, más enojada me siento... ¿cómo lo soportaste todos estos años? —preguntó con el ceño fruncido en su frente. Sabía que Noah era resiliente, pero mantenerse firme como un pilar como si todo estuviera bien era lo más difícil de hacer.
Noah sonrió ante sus palabras y dijo: