Dos horas más pasaron antes de que la Señora Aubrey despertara y Eve se sentó con ella. La mujer mayor se negaba a aceptar que necesitaba descanso y decía a todos que se encontraba bien, y decidió sentarse en las escaleras delanteras de la casa. Eugenio y Rosetta estaban en la cocina, preparando la cena junto con Vincent, quien por primera vez y quizás la primera vez, decidió ayudar en la cocina.
—Estaré bien, Eve —aseguró la Señora Aubrey, quien observó a Eve con una expresión seria en el rostro.
Eve sonrió a la Señora Aubrey y dijo:
—Estarás bien, tía. No dejaremos que te pase nada —Luego le preguntó:
— ¿Te duele el estómago?
Fue porque notó que la mano de la mujer mayor se movía hacia su estómago.
—Apenas lo sentí —respondió la Señora Aubrey, y agarró la mano de Eve con ambas manos encapsulándola—. Mi querida hija Eve. ¿Cuándo creciste tanto?
No era una pregunta para Eve ya que la mujer mayor expresaba asombro en su voz como si estuviera orgullosa.