Una vez que Vincent y Eve terminaron de cenar con su familia, sus baúles fueron cargados para el viaje, y partieron en el carruaje con el Señor Briggs conduciendo. Ahora, Eve apoyaba su cabeza en el hombro de Vincent, mirando afuera por la ventana a la oscuridad que ofrecía el bosque. La luz caía de la linterna que colgaba de los lados del carruaje.
Cuando el frío se deslizó en el cuerpo de Eve, ella tiritó a pesar de llevar un abrigo grueso. Vincent comentó:
—Deberías llevar también mi abrigo, te sentirás mucho mejor con él. El frío no me afecta tanto como a ti.
Eve retiró su cabeza del hombro de Vincent y dijo:
—Estoy bien. —Y puso su mano alrededor de su brazo, abrazándolo y sintiendo una sensación de dicha y seguridad.
Vincent besó la cabeza de Eve y dijo:
—Mi querida Eve. Tengo otras maneras de calentarte, si estás dispuesta.
Un toque de rosa se derramó en las mejillas de Eve, y susurró: