La razón por la que Rosetta no sabía montar a caballo no era porque sus padres no le permitieran hacerlo. La mayoría de las vampiras de su sociedad sabían hacerlo.
Cuando Rosetta era joven, un caballo en el establo había dado una patada con su pata trasera tan fuerte que había dejado miedo en el fondo de su mente. Por eso, desde ese momento, se acercaba a los caballos con cautela.
Por otro lado, Alfie miraba fijamente a Rosetta. La Marquesa lo sumergiría en agua hirviendo si algo malo le sucedía a esta joven vampira, una vez que descubriera que él fue quien preparó el carruaje. Él dijo:
—Mi señora, no creo que sea seguro que monte un carruaje usted sola. Sería mejor que esperara.
—¡Tonterías! ¿Qué tan difícil es sostener las riendas? He esperado toda mi vida este momento —le dijo Rosetta—. Estoy aprovechando este momento. Si alguien pregunta, puedes decir que no sabes. Ahora, ¿cómo pongo esto en marcha? —preguntó con la cara seria.