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Cualquier persona que fuera un humano o cualquier otra criatura que no fuera otro vampiro de sangre pura o un hombre lobo estaba destinada a temer a un vampiro de sangre pura. En el pasado, Eve respetaba a Marceline como cualquier otra persona de la alta sociedad, ya que sabía dónde se encontraba en comparación con las demás personas a su alrededor. Pero ya no tenía que mantener el mismo respeto o cautela hacia la vampira.
Marceline la había humillado frente a cada persona en Pradera, causando a Eve dolor mental y físico. Pero ahí terminó todo. Al saber que la vampira ya no tenía colmillos ni el apoyo de su familia para dañar a Eve, Eve no tenía que inclinar la cabeza ante esta mujer. La vampira se redujo a nada menos que un humano, que bebía sangre de la copa.