—¿Estás segura? —Vincent tomó su mano que descansaba en su costado, y la tiró mientras la guiaba hacia el sofá colocado frente a la chimenea. Los troncos de madera ardían brillantemente en la chimenea, manteniendo la habitación cálida.
Vincent sabía que, a pesar de las dificultades que Eve había enfrentado, ella era mentalmente fuerte para mantener su posición, y si no lo había aprendido antes, ahora lo estaba haciendo. No era que la sobreestimara, pero el pensamiento de que ella confiaba en él y él hacía lo mismo, había entrelazado el entendimiento entre ellos.
Pero Vincent no quería aprovecharse de eso y causarle dolor, y quería saber lo que ella pensaba a través de sus palabras. Era la sonrisa en sus labios la que respondía a todas sus preguntas. Él tomó asiento en el sofá mientras la tiraba hacia su regazo.