De camino de vuelta a Skellington, Eduard Moriarty y Marceline viajaron en un carruaje, mientras que Eve y Vincent viajaban en otro. Eve se sentó con los brazos cruzados, y Vincent la observaba desde el rincón de su ojo.
—¿Mi respuesta te sorprendió? —preguntó Vincent, con el rabillo del ojo arrugado en diversión.
Eve se giró desde la ventana y lo miró directamente a sus rojos ojos. Afirmó —Pensé que nada podría sorprenderme más que tú quemando un pueblo entero. Pero excedes mi imaginación.
—Me gusta siempre intentarlo —Vincent sonrió, mostrándole sus colmillos.
—¿Qué es un marcador de sangre? El registro, ¿qué pasa si lo rompes? —Eve le preguntó, ya que nunca había oído hablar de ello antes.