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Eve notó a una criada encender los troncos de madera en la chimenea, y en un minuto la habitación comenzó a iluminarse aparte de la luz que venía de las velas ya ardiendo en la sala.
—Si me necesitas, estaré en mi habitación. Está a dos corredores de distancia de aquí —dijo Vincent, observando a Eve mirar el cuadro que colgaba de la pared.
Eve asintió. —Gracias por ofrecernos ayuda tan temprano.
—Bueno la mansión tiene muchas habitaciones, sería un pecado no usarla cuando se necesita —comentó Vincent, girándose para mirar la puerta cerrada—. Deberías dormir un poco.
—Sí —un suspiro escapó de los labios de Eve—. Hoy más temprano cuando estaba tomando un baño, tuve este extraño sueño mientras aún estaba en la bañera.
—¿De qué trataba? —Vincent preguntó con curiosidad, observando a Eve apretar los labios y sus ojos se encontraron con sus ojos rojo cobrizo—. ¿Otra hoguera? ¿O algo ominoso?