Una brisa suave soplaba a través del cementerio y el lugar donde ellos estaban, revoloteando y ondulando ligeramente las mechas de ambos. Eva usó una de sus manos para evitar que su cabello flotara frente a sus ojos.
Eva sentía los ojos rojo cobrizo de Vincent clavados en ella, esperando pacientemente su respuesta. Pero él no lo había planteado como una pregunta, sino como una afirmación.
Ella recordaba el tiempo pasado, cuando fue invitada a asistir a algunas bodas de la gente del pueblo y asistió con una leve envidia y tristeza. Sabiendo que nunca tendría lo que los demás tenían. Ser amada y propuesta para matrimonio. Y ahora que lo hacía, se sentía surrealista.
Eva tragó suavemente la sensación de mariposas revoloteando en su pecho, y le preguntó —¿No es demasiado rápido?