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—La tormenta de nieve finalmente se había detenido, y cuando el viento soplaba de nuevo, empujaba suavemente la niebla en el aire lejos de donde Vincent yacía plano en el suelo nevado, mientras Eve se sentaba a su lado. La fría temperatura los estaba alcanzando, pero ninguno se movió para levantarse de donde estaban.
—Eve miró a Vincent con una expresión preocupada en su rostro. Él no había dejado de sangrar de la herida que había recibido, y la nieve en el lado derecho de su cuerpo se tornaba más roja cada minuto.
—Esto ha sido más agotador de lo que pensé —murmuró Vincent—. Cerrando los ojos, dijo —Déjame tomar una siesta rápida, ¿te importaría prestar tu regazo para que duerma?
—Eve respondió —Debemos arreglar tu mano desgarrada a tu cuerpo. Permíteme recogerla y curarte.
