Los habitantes del pueblo de Pradera se quedaron atónitos por las palabras del vampiro, especialmente la Señora Humphrey, su hijo Patrick y la Señora Edwards, cuyas bocas se habían secado. Miraron a Vincent con una expresión de asombro.
Por otro lado, Eve frunció el ceño ligeramente ante la falsa afirmación de Vincent sobre ser su mujer. Apretó los labios porque él ya había dejado claro que no le correspondería sus sentimientos. Aunque lo que él dijo ahora era una mentira, para protegerla de la gente que los observaba atentamente, su corazón no pudo evitar saltar ante sus palabras.
Patrick superó su conmoción y apretó los dientes de ira. Durante años había anhelado el afecto de Eve, ¡y este vampiro había llegado de golpe y se la había robado! El sentido común pronto saltó de su cerebro para ser reemplazado por el ego y la idiotez. Exclamó,