—En la Mazmorra en Pueblo de Raven, Eva se sentaba en la misma posición que antes. El dolor infligido en su piel no le permitía descansar, y los menores movimientos de su cuerpo rozaban contra la tela de su vestido.
El guardia llamado Deacon no había vuelto a su celda. Eva no podía evitar contar cada segundo sin su presencia como una bendición. Observaba la oscura pared contra la cual apoyaba el costado de su cuerpo.
Eva usó su fuerza para levantarse e intentar mirar a través de la pequeña ventana. Trató de ver dónde se encontraba el sol en el cielo, y aunque no pudo verlo, el color del cielo se había suavizado como si se preparara para la tarde.
Escuchaba atentamente cada conversación que tenía lugar en este pasillo y las voces distantes que venían de los guardias al final del corredor.