Con una mano apoyada en la mesa, Vincent le preguntó: —¿Disfrutó del desayuno con nosotros, Señorita Barlow?
—Fue mi segundo desayuno del día —respondió Eva, y Vincent soltó una risita.
—No parecía —la miró desde el rincón de su ojo.
Por un lado, Eva estaba feliz de tener el trabajo, sabiendo que no la echarían de ser la institutriz de la Señorita Allie. Pero la razón por la que Vincent incluso lo había discutido con su padre era que él había descubierto su verdad y mantenerla cerca haría más fácil para él consumir su sangre cuando quisiera. No era que ella no supiera por qué se había tomado la decisión. Luego otra parte de su mente le decía que era una institutriz eficiente, y la familia había visto su potencial.
Eva le dijo a Vincent: —Gracias por su invitación de hoy, Maestro Vincent, pero estaría más agradecida de seguir en la sala de piano y enseñar a la Señorita Allie, sin ningún otro beneficio extra.