Eva narró lo sucedido con Allie y la anterior institutriz a la Tía Aubrey, lo que dejó a la mujer mayor sin palabras durante un buen minuto. Habían pasado dos horas desde que Eva había regresado a casa. La Señora Aubrey dijo:
—Pobrecilla, no es de extrañar que no hable mucho. Uno pensaría que la gente rica no tiene problemas, pero cada persona tiene su propio tipo de preocupaciones.
—No entiendo cómo alguien podría lastimar a una niña pequeña como Allie —Eva sacudió su cabeza con decepción.
—Así es la gente, Eva. Cuanto más alto subes en la escalera del estatus, más encontrarás lobos vestidos de oveja. Los vampiros sin colmillos se reducen a humanos —explicó la Tía Aubrey.
Eugenio apareció en la habitación con una bandeja con dos tazas de té y una tetera caliente llena de té.