Eve y Vincent caminaban en silencio entre las filas y columnas de las tumbas que estaban situadas en el cementerio de Woodlock. El cuidador del cementerio no estaba por ningún lado, mientras que la mayoría de la gente del pueblo había regresado a sus casas, ya que era medianoche.
—¿No podemos hacerlo mañana? —preguntó Eve, observando a Vincent balancear la pala de un lado a otro con emoción mientras caminaba frente a ella. Parecía que, de alguna manera, siempre gravitaban alrededor de las tumbas.
—¿Qué gracia tiene hacerlo mañana, cuando podemos ser testigos de la sorpresa en la cara de la gente al ver a un hombre muerto volver a la vida? —respondió Vincent, girándose para mirarla por encima del hombro con una sonrisa en el rostro.