—Cuando Vincent y Eve entraron en la bañera llena de agua, Eve apoyó su espalda en la parte frontal de Vincent. Por un momento, se sintió como si no hubiera nadie más en este mundo excepto ellos. Estaban en su propio mundo, aislados de cualquier daño o preocupación.
—Pero cuando la muñeca derecha de Eve se sumergió bajo el agua, notó que la marca del ala izquierda que Vincent le había dado, desaparecía temporalmente de su piel.
—Incluso sin la marca, siempre me pertenecerás —Vincent besó el costado de su cabeza cuando escuchó la pausa en la respiración de Eve y notó que sus ojos se movían para mirar su mano.
—Siempre —susurró Eve—, y Vincent asintió.
—Siempre el uno del otro —la abrazó por detrás.
—Mientras Vincent y Eve pasaban su tiempo juntos a solas, donde nadie se atrevía a molestarlos, en el otro lado de la mansión, donde estaba ubicada la habitación del Vizconde Eduard y Lady Annalise, tenían expresiones serias en sus rostros.