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Cuando se acercó a Vincent, colocó su mano en las suyas, preguntándose a dónde los llevaría el tiempo. Sabía que ella era su presa, su fuente de sangre, pero eso no impedía que su corazón latiera más por él. Podría soportar que él le mordiera la muñeca durante unos segundos, y cuando la lluvia se detuviera, él se iría.
El pensamiento de que él se marchara la hacía presionar los labios.
Sin previo aviso, Vincent tiró de Eve por la mano de tal manera que ella tropezó, y su trasero se acomodó en su regazo. Su cara se puso roja en la posición en la que se sentó. Estaba a punto de levantarse, pero Vincent la mantuvo presionada con sus manos.
—Espero que tengas una buena explicación de por qué necesitas que me siente en tu regazo —declaró Eve, mirándolo directamente a los ojos.
La mano de Vincent se ajustó alrededor de su cintura y dijo —Volé cierta distancia y he estado de pie todo este tiempo. Seguro que no esperas que siga de pie cuando estoy cansado.