—Algunos invitados miraron hacia las puertas por donde había desaparecido el Duque, lamentando que no pudiera disfrutar de tan exquisita carne, mientras que unos pocos no pudieron evitar reírse del rostro desencajado de Lady Marceline.
—La vampira sentía como si se ahogara en la humillación, y su estado de ánimo que se había animado después de presentar esta sirena frente a todos se tornó húmedo. Antes de que pudiera componer su rostro caído, una de las mujeres allí recogió una perla formada por las lágrimas de la sirena llorona.
—La invitada se rió suavemente y se volvió hacia Marceline —dijo—. "Lady Marceline, parece que no pudiste echar mano de una sirena de calidad, y en su lugar conseguiste una de baja calidad."
—Los ojos de Marceline se fijaron en la invitada. Ocultando su enojo detrás de su sonrisa educada, preguntó con cortesía —¿Qué quiere decir, Señorita Dayleza?