—La señora Xi y el maestro Xi miraron a su nieto sin respuesta, quien se comportaba como si fuera un títere de madera sin emociones, con desesperación.
—Xi Jung estaba impaciente. Tomó la mano del pequeño y caminó hacia la cama, luego colocó al pequeño al lado de Qin Yan y guió su pequeña mano para tocar suavemente la mejilla de Qin Yan —Bebé, mira, ¡es tu madre!
—El pequeño era como una muñeca controlada, como una máquina...
—Aun estando cerca de Qin Yan, el pequeñito no mostró ninguna emoción. No pronunció ni una sola palabra.
—Cuando todos vieron su estado, sus corazones se rompieron. Sin poder hacer nada, llevaron al pequeño de vuelta a la mansión Xi donde vivían el maestro Xi y la señora Xi.
—Bao Bao, ¿tienes hambre? ¿Qué quieres comer? ¡La abuela hará que alguien te prepare lo que quieras!
—Bao Bao, ¿quieres salir a jugar? ¡Díselo al abuelo!