—Parece que los rumores no se pueden confiar. La hija mayor de la familia Qin no parece ser tan impresentable como los rumores decían. En cambio, sus modales y etiqueta parecen impecables —alguien pronunció.
Otra persona agregó —Sí, de hecho, parece mejor que la hija menor. Cuando ambas están juntas, se pueden ver claramente las diferencias.
Yang Lin y Mu Yuyin estaban al lado escuchando todas las alabanzas hacia Qin Yan. Sus rostros se torcieron de odio. Por otro lado, cuando Chen Xiang escuchó a la gente menospreciando a su diosa Qin Muran, se enfureció.
Los tres se acercaron a Qin Muran y le dieron sus deseos de cumpleaños. Otros compañeros de clase que fueron invitados también felicitaron a Qin Muran. Nadie felicitó a Qin Yan y ella parecía un poco sola. Parecía que no era popular entre sus compañeros de clase.
Qiao Qing, a quien Qin Yan había invitado, no encontró el valor para subir al escenario. Se quedó en un rincón en silencio sin saber qué hacer.
