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—Yan Yan, no te sacrifiques por la felicidad de los demás. Yo le explicaré a Muran —dijo Xi Yaohua con suavidad—. Descansa tranquila.
—¿Qué le vas a explicar? ¿Que me amas y quieres romper con ella? —Qin Yan cuestionó a Xi Yaohua.
—Yan Yan, no quieres lastimar a Muran, ¿verdad? Entonces, ¿por qué no estamos juntos pero no le decimos a nadie? —Xi Yaohua dijo seriamente.
—Qin Yan se sintió impresionada por los esfuerzos de Xi Yaohua para persuadirla y completamente sin palabras por su desfachatez. ¡Ugh! No debería haber fingido una sonrisa cada vez que lo veía. Uno cosecha lo que siembra, supongo...
—¿Quieres que sea tu amante? —la sonrisa en el rostro de Qin Yan se desvaneció y fue reemplazada por frialdad.
—No, no, Yan Yan, me estás malinterpretando —Xi Yaohua siguió intentando cambiar la opinión de Qin Yan.
—Xi Yaohua, ¿quién te crees? ¿Crees que te deseo? Pierdete y nunca aparezcas frente a mí, de lo contrario no me culpes si te sucede algo —Qin Yan gritó a Xi Yaohua.