Mira y María regresaron a su posada y fueron directamente a la habitación. Antes de entrar, escucharon ruidos dentro de la habitación y ambas se pusieron un poco nerviosas al abrir la puerta. Mira casi se da la vuelta y se va. No quería abrir esa puerta solo para encontrar la habitación destruida. Ya se estaba quedando sin Piedras Espirituales por culpa de este maldito lugar. ¡No quería gastar aún más por culpa de su estúpida bestia! Finalmente abrió la puerta y lo que ambas vieron las sorprendió bastante.
Vulcano corría alrededor como si estuviera corriendo por su vida mientras Rhydian lo perseguía con la cola moviéndose y una sonrisa estúpida en su cara. Vulcano tenía múltiples marcas de mordidas por todo el cuerpo, ya que parecía que Rhydian lo estaba utilizando como algún tipo de juguete.
—Al menos Vulcano estuvo aquí para hacerle compañía —murmuró Mira.