La Maestra Izaria resopló molesta, pero no los siguió. Se volvió hacia Mira, cuyo aura era más fuerte y dominante, e Izaria sonrió —Parece que alguien ha estado ocupada, ¿no es cierto?
Mira miró profundamente a la Maestra Izaria sin decir una palabra. Mira sabía que la Maestra Izaria y Ryuu habían estado vigilándola, mientras que este último sabía que Mira podía sentirlos.
Sintiéndose un poco incómoda bajo la mirada consciente de Mira, Izaria apartó la vista y dijo —Me alegro de que pudiéramos llegar a tiempo para ayudarte. Me pregunto qué secretos estarás ocultando para que esos viejos salgan de su escondite.
La expresión de Mira nunca cambió, a pesar de que tenía bastantes tesoros consigo. No solo tenía todo el botín de la derrotada Secta de la Rama del Asesino Carmesí, sino que Aelina le había dado innumerables hierbas raras para su Jardín Infinito. En ese momento, era un verdadero tesoro ambulante que haría que todas las Sectas babearan de codicia.