—¿Quién? —Las cabezas de los de la Secta Yin-Yang giraron para ver quién los había interrumpido. Sin embargo, los dos Maestros de Secta tenían expresiones solemnes ya que podían sentir que la persona que acababa de llegar era más fuerte que ellos.
Pronto, una mujer alta, hermosa, con cabello blanco sedoso, ojos azul océano, pechos grandes y caderas anchas apareció ante ellos. A su lado, había un hombre rubio, joven y musculoso con una gran espada en la espalda, montando un lobo alado dorado.
—¿Qué creen que están haciendo, acosando a una niña así? ¿No tienen vergüenza? —preguntó con asco la mujer de cabello blanco, que era la Maestra Izaria.
Las expresiones de los Ancianos cambiaron, pero no se atrevieron a decir nada por temor a la ira de un experto del Reino del Mar Divino.
La Maestra de la Secta de Yin-Yang para las mujeres, avanzó y se presentó:
—Mi nombre es Amora, la Maestra de la Secta a cargo de las mujeres en mi Secta Yin-Yang. —Luego señaló al hombre a su lado: