—¡Oye, Pequeño Ryuu! Mira, allí hay siete hermosas flores esperando a que las recojas! —rió Maestra Izaria mientras señalaba al grupo de Mira.
Ryuu instintivamente giró su cabeza, pero se congeló en cuanto su mirada rozó a Mira, ¡específicamente su trasero!
«¡Una mujer zorro!», gritó internamente, y una emoción desconocida surgió en su pecho.
«¡Quiero esponjar esos colas!»
Como si la ilusión de Mira no significara nada para él, la miró con una intensidad tal que parecía quemar un agujero en su cuerpo. Sin saberlo, sus mejillas adquirieron un tono ligeramente rosa.
—¡Zas!
—¡Ay!
—¡Tch! Si realmente quieres penetrarla, hazlo con tu cuerpo, ¡no con tus ojos! —regañó Maestra Izaria antes de volverse al grupo de Mira y saludarles con la mano—. ¡Hola, bellezas! ¡Venid aquí! ¡Mi discípulo ha mostrado interés en vosotras!
El grupo de Mira se detuvo ya que todas podían sentir una ligera presión emanando de la mujer, ¡oprimiendo sus almas!