—Mira se sentía de mierda —se dijo a sí misma—. Se sentía como si la hubieran utilizado como chivo expiatorio; para empeorar las cosas, había sido hecho por un niño.
—Ahora que lo pensaba, ¡esa técnica de sigilo podría ser una completa estupidez también! —reflexionó con frustración—. Mira no quería presumir ni nada, pero con su talento, comprensión y sentidos actuales, sentía que ya debería haber alcanzado al menos una maestría básica en tal técnica.
—¡Sin embargo, olvídate de dominarla; Mira apenas entendía la premisa de ella! —la confusión era palpable en su tono de voz—. ¿Sentir las miradas de los árboles? ¡Tonterías! ¿Qué miradas? ¡Son solo malditos árboles!
—Cuanto más lo pensaba Mira, peor se sentía —se lamentó—. Sentía que la habían estafado. Sin embargo, en lugar de perder dinero, Mira fue arrastrada al medio de todo este lío.
