Al igual que antes, cuando Mira entró al edificio de la Asociación de Mercenarios, todos en él se sobresaltaron cuando sus instintos comenzaron a gritar que había peligro.
Sin embargo, la mayoría de la gente ya estaba acostumbrada y sabía que el aura amenazante que inundaba sus sentidos era de Mira.
No obstante, esta vez, junto con el aura mortal de Mira, apareció una imponente bestialidad que hizo que el cabello de los Mercenarios cercanos se erizara. La mayoría de los mercenarios bajaron la cabeza ya que ni siquiera se atrevían a mirar a la bestia.
Robin, la recepcionista, también sintió peligro al mirar a Mira y la bestia en la que montaba, lo que la sorprendió mucho porque, a diferencia de Mira que parecía estar cubierta por un velo de misterio, podía decir fácilmente de qué Rango era el lobo dorado.